Por: José Ángel Solorio Martínez

El coronavirus, ha desenmascarado a más políticos que mil debates. Los ha hecho, exhibirse tal como son: mezquinos, ventajosos, inmorales, deleznables; en una palabra: basura humana. ¿Se puede imaginar a varios diputados entregando una bolsita con cinco tomates, para luego tomarse fotos y promocionarse como generosos y dadivosos con sus electores y simpatizantes? ¿Son así de desfachatados, que no se ven en esos actos como lo que son: auténticas mierdas?
La conseja de no permitas que tu mano derecha se entere lo que regala la mano izquierda, en la política –y hablo de panistas, priistas, morenistas y demás– no parece ser algo sensato para buena parte de la clase política. Legisladores como Lilia Cantúrosas de MORENA, Yalhel Abdalá del PRI, Javier Garza Faz y otros, aspiran a ganarse la confianza del electorado con despensas de 50 pesos.

Y lo peor: publicitan esas acciones como grandes ejemplos de filantropía y sensibilidad social.
De pena ajena, ver cómo esos sujetos alegremente difunden fotografías con humildes beneficiados. Nunca entenderán, que ese material gráfico los pinta de cuerpo entero, justamente como lo contrario: sujetos inmorales que lucran con el hambre de los más pobres.
A lo mejor, eso se puede pasar. Bajo el argumento que lo donado viene de sus bolsillos; con todo y lo desagradable que lo vean personas con mayor sensatez.
Lo imperdonable, es que esos legisladores pretendan erigirse como generosos regalando medicinas caducas. Eso, ya es brincar el límite de la cordura y de la ambición.
En efecto.
La diputada electa por el distrito local con cabecera en Río Bravo, Tamaulipas, Roxana Gómez –quien vive en Mission, Texas– tuvo la osadía de traer de Estados Unidos un lote de insumos médicos que regaló a un nosocomio para la atención de personas menesterosas.
Hasta antes de observar la fecha de caducidad, todo iba bien.
Los doctores agradecieron el gesto de la dama
Y obvio: se tomaron la foto para ser circulada en medios de comunicación y redes sociales.
La sorpresa, la estupefacción llegó cuando el personal médico cayó en la cuenta de que el material médico estaba caduco.
La parlamentaria Gómez no ha declarado nada sobre el asunto, toda vez que se regresó a su confortable domicilio en el Valle de Texas.
Se desconoce, el fin que tuvo el inservible regalo.
Lo que ya es de sobra conocido, es la desmedida ambición vulgar de doña Roxana.
De náusea: lucrar con el ambiente de paranoia y miedos generados por la peste del coronavirus.